08 julio 2008

RAZONES MUY SERIAS PARA PLANTEARSE EL ANTIEUROPEÍSMO

Llevo una eternidad sin escribir nada de nada por aquí. En parte por hastío de la vida política, en parte por falta de tiempo debido al trabajo. Me animo a hacerlo tras haber leído un interesante artículo de El Teleoperador, aunque algo tarde me temo.

Dejando aparte numerosos asuntos que vienen a corroborar la profunda crisis que viven las instituciones europeas (el sindios constitucional, el carajal de la política migratoria, la vergüenza y escándalo de la jornada de 60 horas) me encuentro ahora que desde el Parlamento Europeo también se utilizan aviesas tácticas a la hora de evitar levantar la perdiz en asuntos potencialmente polémicos. Me refiero a las enmiendas torpedo.

Resulta que ahora, además de tener que padecer las conexiones ADSL más caras y menos fiables de Europa Occidental, es más que probable que a medio plazo tengamos además que soportar que desde las altas esferas se nos instale software que sólo puedo calificar como "espía" que controle lo descargamos en la red, condenando a muerte a las redes P2P. Ojo! No me voy a meter en camisas de once varas sobre los derechos de autor, yo mismo las utilizo cuando no me da la gana de esperarme un año y pico para ver series extranjeras mal dobladas al castellano (el ejemplo más sangrante esa maravilla de Tim Kring llamada "Heroes"), pero desde luego supone un ataque directo en contra de la misma idea de software libre.

He llegado tarde para sumarme a enviar un correo masivo a los miembros del Parlamento que participan en esa votación en particular, sin embargo me he sumado a la iniciativa de todos modos. Lo que más me preocupa es la nula repercusión informativa de este proceso (parece que ahora sólo toca cantar loas a Rafa Nadal, Pepín Blanco y Leire Pajín). Por cierto, mis compañeros de partido siguen callados cual meretrices en dependencia policial.

A este paso me vuelvo al modem de 54k, mirar el correo y poco más. Viva la sociedad de la información (por los coj...). A uno, muy seriamente, a la luz de las últimas perlas que nos llueven desde las esferas de Estrasburgo o Bruselas, le dan ganas de mandar Europa a freir espárragos.