20 junio 2010

Generación ESO




Miro a los ojos de alguien cercano y sólo percibo falsa felicidad. Observo durante un tiempo lo que se hace, o deja de hacer, para darme cuenta de que vive un islote de ignorancia, una burbuja de plexiglás blindada con una educación deficitaria en lo fundamental y toneladas de superficialidad, egoísmo sin malicia y ninguna aspiración por mejorarse a si misma o a los demás. Un erial de anhelos sintéticos localizados en el oasis que siempre está tras la siguiente duna que se persigue sin descanso y con el total convencimiento de que se alcanzará.

Mientras tanto, se olvida de mirar alrededor, al mundo que la rodea, a lo bueno, lo mejorable y lo malo que hay en él. Y así, como millones igual que ella, pasa de puntillas por este mundo, sin dejar más huella que el rastro en la arena que borrará la siguiente brisa, sin ayudar, sin padecer, sin mejorar, sin estorbar.